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Un día a la vez




Recibí un mensaje de texto de una hermana en Cristo, en el que me expresaba que se sentía muy triste puesto que siente que el tiempo se le hace corto para responder a las tantas demandas que llegan a su vida, queriendo resolverlo todo pero sintiéndose, según ella lo expresó, como que el agua esta entrando a su vida, más rápido de lo que puede sacarla. Obviamente mi amiga está agobiada, es decir, sobrecargada y angustiada. Quiero compartir contigo mi respuesta, puesto que esto es algo que nos sucede a muchos. Actuamos como súper héroes y sobregiramos las limitadas fuerzas que Dios nos da para el día a día. Éxodo 16:4 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día... Dios le daba al pueblo Maná para suplir las necesidades de un día, ellos no podían guardar para el día siguiente. Podemos comparar esto con las fuerzas que Dios nos da para enfrentar las demandas físicas y emocionales de cada día. Mateo 6:33 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal...

Nuestro problema es que sobrecargamos un día con más de lo que humanamente podemos manejar tanto física como emocionalmente.

  1. Nos preocupamos por lo que pueda suceder el día de mañana o en el futuro, no asimilando que basta a cada día su propio mal.

  2. Nos adueñamos de problemas que realmente no son nuestros.

  3. Decimos que sí a todo, comprometiéndonos con más de lo que realmente podemos cumplir.

  4. No damos prioridad al descanso físico y mental, por el contrario, nos sentimos culpables por descansar.

Estas son solo algunas de las cosas que comienzan a acumularse sobre nosotros y crean un tornado emocional que nos trastorna tanto física como espiritualmente. ¿Cuál es la solución? Lo primordial, y ésta es la respuesta invariable para todas las áreas de nuestra vida. Asegúrate de que te estás alimentando espiritualmente. Lee o escucha constantemente la Palabra de Dios. De la misma manera como a pesar de lo ocupada que estés, necesitas comer y tomar agua, tienes que alimentarte del pan de vida para poder sobrevivir. Mi médico de cabecera me refirió a un especialista para que tratara mis alergias, las cuales se habían hecho crónicas. Cuando fui, luego de evaluarme, me dijeron: -Te vamos a indicar las medicinas necesarias, pero tienes que poner de tu parte y tomarte 80 onzas de agua al día. Como sé que cuando estoy muy ocupada se me olvida tomar agua, instalé una aplicación en mi teléfono a la que le entré mi meta de 80 onzas al día. La aplicación me envía constantes recordatorios para que me asegure de que me estoy hidratando debidamente. Un día que me había tocado viajar, me había descuidado en entrar el agua que ya me había tomado, y cuando me bajé del avión recibí un mensaje que decía: -No has tomado agua, tu cuerpo se está deteriorando. Vi en esto una aplicación espiritual, puesto que recibimos alertas constantemente cuando no nos estamos alimentando del pan de vida de la Palabra de Dios, pero no tenemos tiempo, no tenemos ánimo y le estamos dando prioridad a otras cosas, lo cual nos lleva a un deterioro espiritual. El primer consejo que voy a darte es que te asegures de que estás leyendo diariamente tu Biblia. ¡Ora La Palabra de Dios nos insta a orar sin cesar. Es vital que constantemente oremos. No quiere decir que te vas a pasar el día de rodillas, sino que vas a hacer todo lo posible por hablar con Dios durante el día. El esta siempre dispuesto a escucharte y ha hablarte. Háblale mientras vas en el carro, mientras lavas la ropa, mientras cocinas, mientras caminas, en todo momento, comunícate con El. En vez de dejar tu mente vagar quien sabe por donde, trae todo pensamiento cautivo a la Presencia de Dios. En muchas ocasiones, la desnutrición espiritual así como la falta de oración es la raíz de muchos de nuestros problemas. Otras cosas que debes de tomar en cuenta: A pesar de que como cristianos debemos de practicar la compasión, orar por las necesidades de los demás y dar palabras de ánimo al que las necesita, eso no quiere decir que el problema nos pertenece. Podemos aconsejar, animar, exhortar y redargüir. Si la persona no sigue lo que nosotros consideramos un sabio consejo, recuerda que Dios mismo nos da libre albedrío, es decir el poder de elegir y tomar nuestras propias decisiones. No te comprometas con más de lo que puedes cumplir. Aprende a decir: Hoy no puedo. Tengo otro compromiso. No tengo tiempo. Quizás más adelante. Te haré saber si se me hace posible. Te voy a contar cómo Dios trató conmigo, en una ocasión en la que me encontraba agobiada. Un Pino a la Vez Me había mudado hacía un mes y todavía mi casa estaba llena de cajas por todas partes. Cada vez que necesitaba encontrar algo, representaba un gran reto para mí buscando entre aquel desorden de cajas. Yo me comparaba con personas que se mudan y a los pocos días sus casa se ven impecables, y esto me hacía sentir tan incapaz.

Lo que yo no estaba tomando en cuenta era mi sobrecargada agenda. Estaba trabajando 8 horas diarias. Estaba embarazada de Marie, mi hija menor, y tenía que llegar a la casa a preparar la cena, a suplir las necesidades de otros hijos y de mi esposo. En aquel tiempo íbamos a la iglesia 4 días a la semana y nuestra asistencia a la casa de Dios nunca ha sido negociable para nosotros. Todo esto sin contar cocinar, lavar los platos, lavar la ropa, las compras, limpiar la casa, etc. Una noche me tiré en el altar, y comencé a derramar mi alma ante el Señor. Una hermana de mi iglesia se sentó a mi lado y yo le expresé como me sentía. Ella me contó la historia de un hombre al cual le habían dado la tarea de que en cierto tiempo cortara una gran cantidad de pinos, éste era un gran reto; aquel vasto campo de pinos parecía imposible de cortar en el tiempo que le habían dado. Se marcharon y le dejaron solo frente a aquella abrumadora tarea. Cuando regresaron en el tiempo acordado, para sorpresa de ellos, encontraron que aquel hombre había cortado todos los pinos. Sorprendidos le preguntaron cómo lo había logrado y su sencilla respuesta nos da unas palabras que debemos aplicar en esos abrumadores momentos de nuestra vida. Su respuesta fue: Un pino a la vez. El sólo se enfocaba en el pino que tenía delante sin mirar todo lo que le faltaba por hacer. Cuando cortaba ese pino, seguía con el siguiente. La hermana en Cristo me dijo: -Lo mismo puede suceder contigo. Estoy segura de que cuando estás tratando de recoger y de organizar todas las cosas en tus cajas, estás tratando de hacer un poquito en cada cuarto. Mi consejo es que te concentres o que te enfoques en un pino a la vez, es decir, enfócate en un área de la casa y no mires lo demás hasta que no termines. Luego síguete moviendo a las demás áreas de la casa, según el tiempo te lo vaya permitiendo. Así lo hice, y en unos días mi apartamento estaba organizado. En muchas ocasiones he aplicado ésta anécdota a mi vida y la he compartido con muchas personas que me han contado que se sienten acorraladas por la gran montaña de cosas pendientes frente a ellas. Salmos 122:6 Sea la paz dentro de tu muros, y el descanso dentro de tus palacios. Eclesiastés 4:5 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu

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